UWCL: Rompiendo barreras, y agigantando nuestros fantasmas
Se cerró el telón en Budapest y con él decimos adiós a una Champions League histórica para los equipos españoles
Se cerró el telón en Budapest y con él decimos adiós a una Champions League histórica para los equipos españoles. No sólo para el Fútbol Club Barcelona, sino también para el Atlético de Madrid. Ya sabemos que el sorteo todavía te marca o te limita tus opciones. Las madrileñas, por partir como no cabezas de serie, sabían que iban a tener un camino plagado de obstáculos; mientras que las catalanas se garantizaban un camino libre de peligros hasta las rondas finales. Pero no es a la fase a la que han llegado uno y otro lo que para mí hace histórica su participación. Lo que marca un hito para el fútbol femenino español es que por primera vez hemos sido capaces de eliminar a un equipo inglés y a un equipo alemán, algo que hace 2-3 años parecía fuera de nuestro alcance.
El Atlético de Madrid partía en clara desventaja contra el Manchester City, siendo el equipo de Nick Cushing un conjunto acostumbrado a competir contra grandes rivales y que había vendido muy cara su eliminación en las dos últimas temporadas ante el Olympique de Lyon (le ganaron un partido en la 2016/2017 y le empataron otro en la 2017/2018). La eliminatoria empezó mal para las de José Luís Sanchez Vera con ese gol de Gemma Bonner que dejó muy tocado al conjunto colchonero. De hecho, la sensación fue que las citizen tenían el control del partido. Pero fue volver del descanso del partido en Majadahonda, y apareció el conjunto que se ha terminado alzando con la Liga Iberdrola. Las inglesas no tuvieron ni las mínima opción desde entonces. Fueron absolutamente dominadas. Es cierto que por aquel entonces las de Cushing tenían muchas dudas; pero el Atlético ha sido el único conjunto que ha conseguido doblegar a las doble campeonas de copa en Inglaterra hasta esta última jornada de la temporada donde cayeron contra el Arsenal. El mérito es enorme.
Aunque me gusto aún más la imagen del Barça, sobre todo en Múnich, contra el Bayern. Reponerse de la decepción de la derrota contra el Huelva y la eliminación de Copa de la Reina, y lo que ello implica, no es nada sencillo. El resurgimiento del equipo de Lluís Cortés con un partido en Alemania francamente soberbio ha sido para mí el punto álgido del conjunto blaugrana. Se fue a tierras bávaras sin miedo, a imponer una idea, y con la convicción de que pese a ser el Bayern probablemente superior en varios aspectos, si hacían su partido la final continental era un objetivo viable. Y me encantó esos primeros 90 minutos donde el Barça actúo, por primera vez en toda su historia, como un equipo grande de Europa. Sólo la falta de puntería y alguna decisión arbitral cuestionable evitaron la sentencia en 90 minutos (sí, ante un equipo alemán). El partido en el Mini fue otra historia completamente distinta. Un ejercicio de supervivencia que habla bien de la madurez de este proyecto, y que valía nada más y nada menos que un billete a la gran final de Budapest.
Pero si bien Atlético de Madrid y Fútbol Club Barcelona se creyeron capaces de reescribir la historia contra la élite…
Los fantasmas de Olympique de Lyon y Wolfsburgo atenazaron y despidieron a nuestros equipos de la forma más demoledora y cruel posible.
Sí, el Olympique de Lyon da miedo porque parece un equipo inabarcable. Y sí, el Wolfsburgo infunde temor por la contundencia de sus resultados. Pero no son imbatibles. No son perfectos. Y hay muchos ejemplos de que se les puede batir en las últimas temporadas. Sin ir más lejos el Olympique de Lyon ha sido probablemente inferior al Chelsea en las semifinales. El conjunto de Reynald Pedros puede dar gracias a la cantidad de goles que perdonó el conjunto londinense tanto en la ida como en al vuelta. El PSG mereció ganar en el partido de la 1ª vuelta de la liga francesa. El propio conjunto parisino le ganó la final de la Copa de Francia al Lyon en la 2018 y en la final de 2017 sólo los penaltis separaron a ambos equipos. De hecho, sin contar la final de ayer ante el Barcelona, al Lyon le había costado mucho vencer en las últimas 3 finales de UWCL (2 tandas de penaltis y prórroga con expulsión de una jugadora del conjunto rival). A eso se le une que el Manchester City sólo cayó en la 16/17 y 17/18 por la mínima. Sin ir más lejos, el propio Barcelona le compitió muy bien al OL la temporada pasada. Y exactamente lo mismo se puede decir del Wolfsburgo.
¿Dónde puede estar la clave? En que probablemente no estuviéramos preparados mentalmente para competir contra ellos en esta ocasión. Es la única explicación posible para estas debacles tras encajar un gol. ¿A qué me refiero? El Barcelona encajó 4 goles en apenas 25 minutos (del 5' al 30') en la final de Budapest, el Atlético de Madrid encajó 4 en 21 minutos (del 46' al 67') en Wolfsburgo y encajó 4 en 36 minutos en Madrid (del 46' al 82'). Y fijaros en los minutos: 5', 46' y 46'. Son goles que llevas desde el vestuario.
Lyon y Wolfsburgo son muy superiores, pero se puede competir contra ellos. Y de hecho, se ha demostrado en muchos tramos de esos mismos partidos o enfrentamientos precedentes. Pero si la cabeza no se lo cree o no está preparada para saber encajar los golpes de estos equipos, la goleada está servida. Y ahí está el gran borrón de esta UWCL para los equipos españoles. No se pedía ganarles, simplemente competir mejor. Algo que por desgracia no ha sucedido.
Agigantamos nuestros fantasmas.