Un vistazo al fútbol femenino asturiano

Ellas dan pie con bola

Un vistazo al fútbol femenino asturiano

El fútbol femenino sigue asentándose en Asturias, con un equipo en la Superliga y dos jugadoras internacionales, una absoluta y otra sub-21, pese a contar tan sólo con 270 licencias.

El fútbol femenino en Asturias desmiente que la calidad sale de la cantidad. La Federación de Fútbol del Principado apenas contabiliza 270 fichas de jugadoras, pero puede presumir de un equipo que se defiende en la máxima competición, la Superliga, y de contar con una internacional absoluta y otra sub-21. Olvidados aquellos comienzos, más folclóricos que deportivos y que se correspondían con otro rol de la mujer en España, las futbolistas asturianas se hacen respetar. Ya nadie las manda a fregar porque dan pie con bola.

María Amor Dongil, directiva de la Federación Asturiana y nueva responsable del fútbol femenino, tiene muy claro el principal objetivo para los próximos cuatro años: ampliar la base con las niñas que quieren jugar al fútbol y no encuentran el cauce adecuado. Es tal la penuria actual que en la competición regional es habitual que compitan crías de 9 y 10 años. Otra opción, quizá más aconsejable para mejorar el nivel, es entrar en equipos mixtos hasta los 14 años, para lo que fue necesario un cambio en la reglamentación de la Territorial.

La cantera, como para la mayoría de los deportes, tiene que estar en los colegios. Los responsables de los equipos han comprobado que en los patios hay casi tantas niñas como niños corriendo detrás de un balón. El problema es que ellas no encuentran el cauce para oficializar su afición. Falta información. El presidente del Oviedo Moderno-Universidad, Luis Álvarez, lo tiene claro: «Nada más que te mueves un poco consigues que se apunten un montón de crías».

El Oviedo Moderno no es la avanzadilla del fútbol asturiano por casualidad. Al margen de un equipo en la élite, su trabajo con la base es ejemplar. Tiene 59 fichas y otras treinta crías en su escuela de fútbol. Sus dirigentes han conseguido mantener una línea de continuidad para un club fundado en 1987 como Tradehi. Luis Álvarez se incorporó a la junta hace nueve, cuando se llamaba Peña Azul Oviedo Femenino, y en el año 2000 llegó el gran salto gracias a un convenio con la Universidad de Oviedo.

«Gracias a este apoyo», recalca Álvarez, «pudimos aceptar la invitación para entrar en la Superliga. Y ahí seguimos, con el objetivo de la permanencia, pese a tener el presupuesto más bajo de la categoría». A falta de dinero, el Oviedo Moderno puede permitirse alguna incorporación de lujo gracias a las becas universitarias. O al programa «Erasmus», que ha traído hasta Oviedo a la danesa Eva Hvolbaek, la primera extranjera de la historia del club. Vía Universidad también llegan servicios como el de un preparador físico o un fisioterapeuta, para envidia de otros muchos clubes.

Por mejorar, el Oviedo Moderno ha mejorado sus condiciones de trabajo. Hasta hace una semana sólo contaba con seis horas y media para los entrenamientos del primer equipo y del filial en el Manuel Díaz Vega. Con la puesta en marcha de los dos campos de Los Castañales se ha descongestionado el campo de La Corredoria y el Oviedo Moderno ya dispone de doce horas semanales. «Hasta ahora estuvimos un poco marginados y teníamos que arreglarnos con lo que nos dejaban los demás», se queja Luis Álvarez.

Además de sus responsabilidades federativas, María Amor Dongil ejerce de presidenta del Gijón Femenino, otro de los clásicos, que aspira a codearse con la élite. Ya ha participado dos veces en la fase de ascenso a la Superliga, sin éxito, y ahora parece camino del tercer intento como líder del campeonato regional. El éxito deportivo, en todo caso, no garantiza la presencia en la máxima categoría, que necesitaría un empujón económico. Dongil advierte de que en principio no renuncian a nada, aunque habría que agudizar el ingenio para sacar el dinero de debajo de las piedras.

María Amor Dongil y Luis Álvarez son, como la mayoría de los dirigentes de los clubes femeninos, padres de jugadoras. No sólo aceptan la afición de sus hijas, sino que hacen todo lo posible para que la desarrollen en las mejores condiciones. Y eso que últimamente, al menos en los partidos del Oviedo Moderno, se empieza a notar en las gradas la presencia de seguidores sin vínculos familiares con las protagonistas.

«Nuestra entrada media es de 200 personas», explica Álvarez, «y bastantes más cuando vienen el Athletic de Bilbao o el Levante. Nuestro récord fueron las mil que asistieron la pasada temporada al partido con el Rayo porque venía Milene Domingues». Es decir, el morbo sigue movilizando a la gente, aunque ya empiezan a ser vestigios del pasado los comentarios machistas que solían escucharse en los campos. «Todavía se oye alguna burrada», admite Dongil, «pero la mayoría se toma el fútbol femenino como algo normal».

Esta normalidad se nota también en el apartado técnico. María Amor Dongil lo ha vivido en primera persona: «Antes, cuando ibas a buscar un entrenador para un equipo femenino, parece que les costaba trabajo aceptar. Ahora, con las peculiaridades lógicas en el aspecto físico, hacen el mismo trabajo». Ésa es otra de las claves del asentamiento del Oviedo Moderno. Pablo García implantó el método de trabajo y la disciplina necesaria para que un modesto equipo asturiano compita dignamente con los mejores de España.

Montse, por generación espontánea

Hoy por hoy, Asturias tiene tantos internacionales absolutos en el equipo masculino como en el femenino: uno. Pero el de Montse Tomé es el ejemplo del deportista de élite que surge por generación espontánea. Montse, de 22 años, reconoce que hasta hace cuatro se formó casi de manera autodidacta. «Desde pequeña, incluso cuando me federé con 12 años, entrenaba y jugaba al fútbol, pero sin saber por qué hacía las cosas. Cuando llegué al Oviedo Moderno, me beneficié del trabajo planificado y la disciplina que trajo el entrenador, Pablo García».

Tras sus inicios en el Romanón, Montse Tomé ha desarrollado su carrera en el Oviedo Moderno, que le ha servido de trampolín para la selección española y para entrar en las agendas de los grandes de España. Rechazó las ofertas del Levante y del Estudiantes de Huelva porque, ahora mismo, su vida «no es sólo fútbol. Me queda un año para acabar la carrera, Educación Física por Magisterio, y todavía no podemos movernos por dinero». Una reflexión que no se traduce en falta de ambición: «Quiero seguir mejorando. Todavía soy joven. Cuando dé el paso, si lo doy, quiero ser mejor jugadora».

A Montse le ilusiona eso, competir al nivel de las mejores o jugar partidos como alguno de la pasada temporada, el Athletic de Bilbao, con San Mamés casi lleno.

De momento tiene que conformarse con liderar al Oviedo Moderno-Universidad: «Nuestro objetivo es mantener la categoría y después, si las cosas se dan bien, aspirar a meternos entre los ocho primeros para jugar la Copa del Rey».

Montse Tomé ha sido tres veces internacional absoluta. Una vez eliminada de la fase final del Europeo, el objetivo de la selección española en el año 2005 es clasificarse para el Mundial. Todo un aliciente para la asturiana.